Tener un hijo de altas capacidades debe ser un orgullo para sus padres. El poseer una inteligencia excepcional es una gran virtud que garantiza un alto nivel de comprensión del entorno, de la vida y de todos los campos del saber. El deseo de aprender, de enfrentarse a nuevos retos hace del niño con altas capacidades un ser con gran cantidad de conocimientos. Su mente abierta, receptiva, original, llena de ideas, de propuestas, de proyectos, le hace creador, inventor, innovador, diseñador…El niño con altas capacidades posee una bonita llama en su interior en constante búsqueda.
La felicidad y la alegría se ve reflejada en la cara de los niños con altas capacidades al prestarles atención cuando te cuentan algo nuevo que han aprendido, cuando valoras sus creaciones, cuando le pides varias soluciones a un mismo problema, cuando le invitas a inventar o terminar un cuento, cuando le planteas problemas de cierta dificultad, cuando le regalas un libro.
Pero esas altas capacidades tienen que fluir de forma natural, sin obstáculos. Hacemos daño a estos niños cuando no los atendemos, no los valoramos, le pedimos que se callen, que no levanten tanto la mano, que sigan repasando hasta que termine la clase, que hagan más cuentas, que no pregunten tanto…Somos los adultos los que hacemos que su llama interior se vaya apagando. Por lo tanto, está también en nuestras manos impedirlo.
El desarrollo emocional de los niños con altas capacidades puede verse afectado cuando frenamos sus inquietudes intelectuales. Permitámosles ser felices y desarrollarse en armonía. Seamos sus mejores cómplices y empecemos valorando sus preguntas, sus ideas, sus opiniones y sus proyectos, para poder acabar valorando sus grandes logros.
Susana Trujillo Hidalgo
Doctora en Psicología
Directora del Centro Psicopedagógico A.S.
1 comentario en “El fluir de las inquietudes”
Sugestiva entrada, Susana.
En efecto, estos niños son "corrientes" que fluyen. Por eso necesitan espacios libres por los que discurrir, no barreras ni diques que impidan su expresión fresca y natural. Y es que ya se sabe que las aguas estancadas terminan por pudrirse…
José Luis