Extracto del libro que recomendé ayer de Erika Landau, «El valor de ser superdotado»:
De los testimonios que artistas y científicos creativos han dado de sí mismos, resulta la siguiente imagen de la personalidad:
Los individuos creativos prefieren lo complejo y variado. Viven de una forma más diferenciada y completa que una persona con menos creatividad, son más independientes en sus juicios, más seguros de sí mismos, más dominantes y vanidosos y se defienden de la opresión y de la limitación. Son abiertos, juguetones y sensibles, por lo que tienden menos a tener prejuicios. Sus pensamientos están llenos de imaginación, son flexibles y originales, y cuidadosos en la elaboración de sus ideas.
Estas cualidades las tenemos todos nosotros en mayor o menor medida, pero no todos se atreven a activarlas y a analizar las posibilidades existentes. Con frecuencia, estas disposiciones se encuentras escondidas en lo profundo de la personalidad, bajo costumbres y prejuicios y con miedo a fracasar o a no ser aceptado por la sociedad.
La aspiración a adaptarse, a estar de acuerdo con la masa, ahora la creatividad. Ésta consigue exactamente lo contrario de la adaptación, concretamente, el alejamiento de los usos sociales, es decir, cambios. Una persona de tendencias conformistas puede estar fascinada por algún objeto interesante, pero evita dirigirse hacia un objeto semejante, pues pudiera estar relacionado con algunos fracasos. Quiere tener éxito al instante y sin riesgo, sin trabajar, sin probar, sin esforzarse y sin aceptar las inevitables desilusiones para aprender de ellas.
Con el aspecto de la personalidad en la investigación sobre la creatividad está relacionado además también el problema de la motivación. ¿Por qué es creativo el individuo? La contestación a esto es tan variada como las definiciones y criterios. Algunos investigadores hablan de una tendencia innata a la creatividad, otros de necesidades no satisfechas y sublimadas, de necesidades de comunicación con el mundo de nuestro entorno, de ansia intelectual, curiosidad, deseo de lo nuevo, de cambio, de orden. Estos ejemplos son sólo algunas de las numerosas explicaciones que se han dado sobre el tema de la motivación.
Creo que la motivación interna, intrínseca es la fuerza motriz que hay detrás de todo afán creativo: la alegría, la satisfacción y el reto que supone el mismo proceso en la actualización de las capacidades personales. Einstein escribió en una ocasión a Max Planck: «La lucha diaria no procede de un objetivo o de un programa, sino de una necesidad profunda e inmediata». La motivación extrínseca, es decir, el reconocimiento desde afuera, no hay duda que lleva a ciertos éxitos, pero se agota fácilmente cuando no va acompañada de motivación intrínseca.
Estudios de investigación con niños y adultos muestran que los resultados en tareas creativas eran peores cuando sólo estaban motivados por una recompensa externa. Si no se prometía ninguna recompensa, se obtenían mejores resultados.