La primera vez que accedí a esta frase fue leyendo un artículo del profesor Javier Touron, a quién después tuve el honor de escuchársela en persona en una conversación distendida, allá por el año 2005. Esta frase era contundente, y clarificaba algo que yo pensaba desde el principio, pero que no estaba suficientemente ordenada y clasificada en mi mente. No podía ser de otra forma. Algo muy sencillo. El potencial intelectual humano no es digital; es analógico. Cada persona aprende y se desarrolla a su propio ritmo. Los niños no son una excepción. Algunos tienen más facilidad para el aprendizaje, pero no hay un momento crítico en el que a partir de ahí su cerebro haga ¡clic! y se convierta en una máquina de rendimiento perfecto. Tanto el potencial como la respuesta conductual son graduales, y eso lleva a pensar que la mejor forma de atender a los alumnos que tienen habilidades por encima de la media es también de forma gradual. La intensidad de la atención será proporcional al nivel de potencial. De ahí que una de las estrategias más adecuadas para atender a los alumnos con habilidades o capacidades por encima de la media sea ajustar diversas variables que ayudan a atenderlos en su diversidad. Veamos un ejemplo. 