Como sucede con la mayoría de las variables que tienen importancia dentro del ámbito de la psicología, identificamos y medimos la inteligencia superior a la normalidad a través de factores externos, es decir, valoramos los productos fruto de esa inteligencia, ya que ésta obviamente no es directamente observable, medimos la actuación y el rendimiento. Observamos, o los padres o profesores nos dicen que su hijo o su alumno realiza conductas indicativas de una capacidad superior, ya que lleva a cabo tareas o muestra comportamientos que no esperan ver en niños de esa edad, luego estos indicios se deben corroborar por medio de test estandarizados de inteligencia, pero en uno y otro caso circunscribimos nuestra observación a la faceta cognitiva (inteligencia) y a sus productos (actuación, en el primer caso, y rendimiento en el segundo). Cuando identificamos a alguien como poseedor de Altas Capacidades Intelectuales (AACCII) siguiendo esta línea de pensamiento, es decir, mediante su actuación y rendimiento nos centramos en que esa persona con su capacidad cognitiva podrá alcanzar metas académicas (títulos, aprobar oposiciones, etc.), premios literarios, podrá realizar descubrimientos científicos importantes, etc., nos centramos exclusivamente en su realidad externa. En lo que podríamos denominar modo «hacer». Este modo mental orientado a la acción, se moviliza porque suele funcionar muy bien para ayudarnos alcanzar nuestros objetivos en situaciones cotidianas y para solucionar los problemas técnicos, nos permite alcanzar un objetivo creando una idea de dónde estamos ahora y de donde queremos estar. A continuación se concentra automáticamente en la disparidad entre estas dos ideas con lo cual genera acciones cuyo objetivo es disminuir la distancia o discrepancia que existe entre ambas. Pasamos la mayor parte de nuestra vida sumidos en la acción, haciendo cosas y pasando rápidamente de una a otra, o bien haciendo malabarismos para hacer varias cosas diferentes a la vez. Podríamos denominarlo también modo resolución de problemas. Pero no deberíamos olvidarnos de que la alta capacidad es una realidad interna, una forma de procesamiento mental que se aleja de la norma y que la inteligencia es una sola de sus facetas, esta realidad interna suele incluir además una mayor intensidad emocional, imaginativa y un más elevado desarrollo moral, y hemos de tener en cuenta que todas estas facetas interactúan entre sí, de modo que esas intensidades pueden promover o interferir con el rendimiento intelectual, además de con toda la esfera de bienestar psicológico, dependiendo en parte de que se identifiquen adecuadamente y sean entendidas y guiadas por padres y profesores creando un ambiente adecuado para su desarrollo. Deberíamos fomentar el otro modo de funcionamiento mental, el modo «ser». En el modo orientado a ser no hay necesidad de estar valorando y evaluando las discrepancias constantemente y si nuestras acciones nos aproximan a los objetivos que nos hemos fijado. Esto hace que nuestra forma de prestar atención cambie, se torne libre de juicios y se impregne de aceptación. En el modo orientado a ser, descubrimos que podemos dejar de evaluar por un instante (cada vez más extendido en el tiempo) nuestra experiencia en términos de cómo debería ser, de si es correcta o incorrecta, de si es buena o mala, de si estamos acertando o estamos fallando e, incluso, de si nos estamos sintiendo bien o mal, adecuados o inadecuados. Al dejar de estar tan preocupados por lo que anda mal en nuestra experiencia, podemos abrirnos a la posibilidad de sentir una mayor armonía y unidad con nosotros mismos (Autocompasión) y con el mundo (humanidad compartidada). Es en este punto donde creemos que una intervención en Mindfulness puede resultar de utilidad para alcanzar estos objetivos ya que el Mindfulness o Atención Plena es entendido como una cualidad de la conciencia humana que se caracteriza por un aumento de la capacidad de aceptación, que no resignación, y una mejora de la atención en el flujo constante de la experiencia vivida. Ser consciente aumenta el compromiso con el momento presente y permite una comprensión más clara de cómo pensamientos y emociones pueden afectar a nuestra salud y calidad de vida. Los sujetos con AACC, pueden llegar al aula cargados de acontecimientos estresores derivados de muchas fuentes, incluyendo problemas del sistema familiar, conflictos entre pares, retos socio-culturales y vulnerabilidades a problemas de salud física y mental. Aisladamente o combinados con falta de motivación para el aprendizaje, aburrimiento y consecuentemente merma en el rendimiento, estas fuentes de estrés, a veces, pueden ser tóxicas para el desarrollo y aprendizaje del sujeto. Las investigaciones sugieren que el estrés excesivo afecta al cerebro en desarrollo. El estrés constante en la infancia y la adolescencia es probable que impacte en el bienestar, funcionamiento general y en factores específicos para el aprendizaje como pueden ser la función ejecutiva y la memoria de trabajo. Dado que muchos de estos sujetos exhiben problemas de adaptación, comportamiento, de atención y problemas de salud que son sensibles al estrés o inducidos por éste, el ambiente escolar ofrece un ambiente ideal para la utilización de las intervenciones que promuevan la función y el desarrollo saludable del cerebro y fomenten la resiliencia al estrés. Se está acumulando cada vez más evidencia de que el entrenamiento en MF es una vía eficiente en términos costes-beneficios para alcanzar estas metas. Hay cada vez más datos convincentes de la mejora en salud y bienestar de mindfulness: reducción de estrés, ansiedad y depresión; mejora de la función del sistema inmune; aumento de la motivación para realizar cambios de estilo de vida y fomento de conexiones sociales. Uno de los problemas más comunes que nos podemos encontrar en el ámbito de la alta capacidad es que se tiende a valorar los productos de la capacidad mental superior de estos individuos (premios, notas académicas) y se obvian los rasgos que acompañan a estos, y si nos centramos en estos aspectos cometeríamos el error de focalizar la atención en lo que el niño «puede» hacer y no en lo que el niño «es». Como anteriormente decíamos, hay que fomentar ambos modos de funcionamiento mental modos «Hacer» y «Ser» A muchos profesores y la mayoría de los padres de estos niños les gustaría que sus hijos fueran «normales» excepto por sus capacidades intelectuales. La vida así sería mucho más fácil. Pero la realidad es bien distinta y bastante más compleja. Hay que pensar que los sujetos con AACC, en primer lugar, y por encima de todo son personas, y en segundo lugar son superdotados. Es difícil de comprender y causa incertidumbre entre padres y profesores que un niño con AACC pueda parecer tener varias edades a la vez dependiendo de la faceta a la que nos refiramos, puede parecer tener más edad de la que tiene por su fluidez verbal y amplitud de vocabulario o por los cálculos matemáticos que realiza, para plantearse cuestiones sobre el sentido de la vida, la situación actual del mundo, etc. y al mismo tiempo puede tener la edad que aparenta para jugar con sus amigos, e incluso puede parecer torpe para su edad en actividades deportivas o de aseo personal. Nosotros estamos de acuerdo en el sentido cada vez más extendido entre los investigadores de ver la AACC como un desarrollo asincrónico en el que habilidades cognitivas avanzadas y una elevada intensidad emocional se combinan para crear experiencias internas cualitativamente diferentes de la norma. Tenemos que tener en cuenta que la diferencia no es sólo cuantitativa (más inteligencia, más intensidad emocional) si no y sobre todo cualitativa. Es por ello nuestro interés por crear una adaptación específica y única de entrenamiento en mindfulness que tenga en cuenta la idiosincrasia de esta población particular. Estamos convencidos que una intervención integral basada en MF, que ayude a estos sujetos a regular sus emociones, aceptar lo que son y como son, clarifique sus valores y sus objetivos vitales y fomente la compasión hacia los demás y sobre todo la auto-compasión (tratarse a sí mismos como a las personas que les importan), les puede proporcionar una mayor calidad de vida tanto a ellos como a las personas que les quieren y se preocupan de ellos. En resumen, creemos que deberíamos entender la AACC como una entidad estable y global, una forma diferencial de desarrollo y esta forma de verla nos ayudará a entender y apoyar al sujeto en su totalidad, no sólo la realidad externa que le acompaña, de esta forma modestamente ayudaríamos a que éste pudiera desarrollar sus capacidades cognitivas para lograr títulos, premios y descubrimientos, y sus habilidades emocionales y morales para sentirse bien consigo mismo, primero como persona y sólo en segundo lugar, como superdotado.
Jorge Turanzas RomeroProfesor-Tutor UNED
Jorge Turanzas RomeroProfesor-Tutor UNED