Corría el mes de noviembre de 1999 cuando algunos medios de comunicación malagueños y andaluces se hacían eco de las palabras, pronunciadas por la presidenta de la Asociación de Superdotados de Andalucía (ASA Málaga), durante la ceremonia de presentación de las II Jornadas de Superdotación y Talento celebradas en Málaga. Mercedes Moraleda denunciaba el «incumplimiento» de las delegaciones provinciales de Educación de «informar y formar a los profesores que atienden a sus hijos». «Si no se hace una detección precoz, habrá un gran número de estos niños que no reciba la educación adecuada», apuntó. Por su parte, el coordinador de aquellas jornadas y miembro histórico de ASA, Juan Enrique Campos, señalaba en una entrevista que «casi el 50% de los niños superdotados fracasan por falta de medios». Y entre estos medios cabría destacar la escasa preparación específica que reciben los profesores: «Los profesores no saben trabajar con superdotados», amén de la poca colaboración que se les permite a los padres, a pesar de que éstos «suelen detectar la capacidad intelectual de estos niños». Hay estudios que constatan este hecho. Han pasado nada menos que diez años desde entonces pero, como cantaba Julio Iglesias, «La vida sigue igual». O, en nuestro caso, peor. Precisamente Mercedes Moraleda se echó las manos en la cabeza cuando se enteró de cómo estaba la situación actual, porque ellos, con su trabajo y esfuerzo, pensaron que poco a poco las cosas irían mejorando. Pero por desgracia no es así, ni mucho menos. Seguimos anclados en el punto inicial. La modernización de Andalucía no pasa por desarrollar la Educación de manera integral. Una de las muchas aristas con las que nos encontramos a la hora de establecer vías alternativas a las oficiales consiste en la creación de centros de alto rendimiento que pudieran paliar la situación, pero la respuesta con la que solemos encontrarnos es que éstos son «discriminatorios». Ese argumento, visto desde la superficialidad, puede parecer muy contundente, pero a poco que se escarba en él y lo sacamos de su contexto específico pierde toda su fuerza y nos conduce a unas implicaciones difíciles de asimilar como «normales» en un estado de derecho. Para entender esto es necesario cambiar de contexto y fijarnos en otros donde sí se contemplan como normales y adecuadas la creación, mantenimiento y apoyo explícito de los centros de alto rendimiento e incluso de las escuelas específicas. Hablamos, cómo no, del deporte. Para ello cambiemos la noción de «altas capacidades intelectuales» y sustituyámosla por «altas capacidades físicas o sensomotrices». Juan Antonio Alonso, Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Salamanca y una de las máximas autoridades en materia de superdotación afirmaba en la ponencia titulada La atención a los alumnos superdotados a lo largo de una década (1996-2006) expuesta en las primeras Jornadas Nacionales sobre Escuela y Superdotación que «en todos los países existe un grado de aceptación e implicación en el desarrollo educativo, en otros campos, como por ejemplo en el deporte. Ya desde edades tempranas, los alumnos con elevado nivel sensomotriz reciben un tipo de enseñanza de cara al desarrollo de su talento, por ejemplo, a través de «Centros de Tecnificación y de Alto Rendimiento», donde a partir de ciertas edades, compatibilizan su preparación deportiva en clases especiales y propuestas educativas adaptadas. Esto por el contrario no vemos que suceda en la sobredotación intelectual.» También encontramos parecidas referencias en la entrevista realizada al director de la Fundación Promete en Andalucía, Francisco Rivero: «Nuestra sociedad, y sobre todo en la actualidad, inmersos en la situación que nos rodea, necesita que se haga el máximo esfuerzo por desarrollar el Talento de todos los niños y niñas. Todos tienen un potencial determinado en distintas disciplinas, y lo que hay que intentar es que todos, incluyendo a los más capaces, puedan desarrollar al máximo su potencial en todas las disciplinas, especialmente en aquellas en las que mejor se desenvuelvan y más disfruten con ellas. Esta es realmente la justicia social y la igualdad de oportunidades. Para ello, además de su esfuerzo personal, es necesario que reciban el apoyo y educación necesaria desde la sociedad. Son necesarios recursos, tanto materiales como económicos, y la colaboración entre la iniciativa pública y la privada se hace esencial. Hay que apostar decididamente por el Talento. ¿Recuerdan la apuesta que se hizo por el deporte en España cuando se iban a celebrar los Juegos Olímpicos de Barcelona 92? En aquel momento, la iniciativa pública y la privada realizaron una inversión económica conjunta enorme en este ámbito. Creo que coincidirán conmigo en que los resultados obtenidos, transcurridos casi 20 años, están demostrados. ¿Imaginan una apuesta similar en el ámbito intelectual? ¿Creen que es igual o más necesario ahora mismo hacerlo?» Pensemos qué sería de nuestra tan cacareada «Edad de Oro» del deporte español sin esas ayudas, sin esos programas de mejora, sin ese seguimiento exhaustivo en los medios de comunicación, sin esa implicación de toda la sociedad. Pensemos, por otro lado, qué sería de las canteras en el fútbol. La Masía, Valdebebas, Lezama o Mareo, por poner ejemplos conocidos. ¿Seríamos capaces de afirmar que si esos niños son tan hábiles dándole patadas a un balón «no necesitarán ayuda alguna» para llegar a ser futbolistas? ¿Pondríamos como ejemplos tan sólo a los jugadores de primer nivel mundial, cuando una gran masa de jugadores profesionales tiene dificultades para salir adelante en el capítulo económico? ¿A alguien que realmente esté interesado en el desarrollo de los potenciales de esos niños se le ocurriría responder a la petición expresa de crear un «centro de alto rendimiento» con un lacónico: «eso es discriminatorio»? ¿Le diríamos que todos los niños tienen el mismo derecho de entrar en La Masía aunque no tengan el potencial suficiente? La genuina «igualdad de oportunidades» podría consistir en ofrecer a todos la posibilidad de desarrollar sus potenciales. Pero el espíritu de esa idea no es que todos acaben haciendo lo mismo sino de que todos tengan el mismo espectro de oportunidades con independencia de su raza, nacionalidad, sexo o estatus social. Luego cada cual podrá seguir el camino para el que esté mejor preparado. No todos podemos hacer lo mismo. Una sociedad plural emana de una sana diversidad, no de confeccionar el mismo traje para todo el mundo. Eso no es «igualdad» sino mero «igualitarismo». Sin embargo, esas son las respuestas que recibimos en el contexto de las «altas capacidades intelectuales». Eso nos indica el profundísimo desconocimiento y la falta de interés real que hay en desarrollar esos potenciales adecuadamente. Lo más grave no es que esta idea impregne a la población en general, que al fin y al cabo no tiene por qué conocer algo que no le «roza» (o al menos no es consciente de ello), sino que lo hace intensamente en aquellos que deben velar por el buen desarrollo de estos potenciales. Podemos leer en la ORDEN de 1 de agosto de 1996, por la que se regulan las condiciones y el procedimiento para flexibilizar, con carácter excepcional, la duración del período de escolarización obligatoria de los alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales asociadas a condiciones personales de sobredotación intelectual. «La Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo, establece […] que, con el fin de que la atención a dichos alumnos y alumnas se inicie en el momento de su detección, existirán los servicios educativos precisos para estimular y favorecer el mejor desarrollo de los mismos. En este sentido, el Decreto 213/1995, de 12 de septiembre (BOJA de 29 de noviembre), que reguló los Equipos de Orientación Educativa, recoge en su artículo 9, entre las funciones de dichos equipos, la de realizar la evaluación psicopedagógica de los alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales y proponer la modalidad de escolarización más adecuada, desde un enfoque multiprofesional. Por otra parte, la enseñanza básica, constituida por la Educación Primaria y la Educación Secundaria Obligatoria, deberá adecuarse a los alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales en cumplimiento de lo establecido en el artículo 3.5 de la citada Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo. […]» El problema aparece precisamente «en el momento de su detección», simple y llanamente porque no se detectan esos potenciales. Es decir, porque nunca llega «el momento». Y claro, todo lo posterior no vale de nada si no se da el primer paso correctamente. Veamos algunos datos. Algunas estadísticas suelen tener la virtud de que no dependen de la interpretación de ningún agente concreto. Estas nos pueden ayudar a discernir aspectos de la realidad con una claridad meridiana. En nuestro caso, hicimos una consulta al Instituto Nacional de Estadística sobre la población total de Málaga Capital y luego otra sobre el tramo de población comprendido entre los cinco y los catorce años. Los datos que poseen datan de 2008, pero a efectos de nuestro análisis son significativos. Población total: 566.447 personas. Entre 5 y 14 años: 56.839 personas. Una sencilla división nos dará el porcentaje de población correspondiente al tramo seleccionado. Obtenemos un 10,03%. Para facilitar los cálculos redondearemos generosamente hacia abajo la población malagueña. Nos quedamos con quinientas mil personas. Así mismo, redondeamos el porcentaje de población comprendida entre los cinco y los catorce años. Obtenemos una población de unos cincuenta mil habitantes. A partir de este dato, las cuentas son muy claras. La estimación estadística menos optimista nos dice que la población de alumnos con sobredotación asciende a un dos o un tres por ciento. Escojamos la más pequeña. El dos por ciento de cincuenta mil nos da un número redondo: mil niños. En teoría, ese debería ser el censo oficial de niños sobredotados en la ciudad de Málaga. El triple si hablamos de la Provincia de Málaga, con un censo de 1.563.261 (162.345 niños entre los 5 y 14 años, algo menos del 11%) personas en 2008: más de tres mil niños. Pero algunos estudios nos hablan de que un alarmante 95% de esa población está sin identificar y, en consecuencia, tienen desatendidas sus necesidades educativas especiales. Según esto, uno de cada veinte niños superdotados estaría en la lista de los afortunados que han sido al menos censados. Eso no implica en absoluto que sean atendidas sus necesidades plenamente, pero al menos poseen el requisito fundamental: pertenecer a una lista oficial, defendible en cualquier lugar. Los restantes 19 quedarían ocultos al sistema educativo y a la sociedad, con todos los problemas que de ahí se derivan. Este dato nos lleva a que sólo 50 de esos aproximadamente mil niños pueden ser objeto de atención educativa adecuada a sus características. Un dato que habla por sí sólo. En este punto tenemos que indicar que esos datos son estimaciones censales, debido fundamentalmente a que no tenemos acceso a los datos oficiales. Esto impide comprobar si nuestras estimaciones se acercan a la realidad oficial o, por el contrario, esta mejora o empeora levemente la ya de por sí paupérrima situación de nuestro colectivo. Y decimos levemente porque, siendo extremadamente optimistas, dudamos que la población oficialmente censada supere la cifra de cien, lo que implicaría que, en el mejor de los casos, un 90% de la población seguiría sin ser detectada e identificada. Animamos a quien posea esos datos que los muestre públicamente. Todo lo anterior lleva a preguntarnos qué entienden desde la Junta de Andalucía en general y desde nuestra Delegación Provincial de la Consejería de Educación en particular por «educación de calidad». Sobre todo tras leer el saludo de Don Antonio Manuel Escámez Pastrana como nuevo Delegado Provincial: «Inmersos en el desarrollo de la VIII Legislatura en una Andalucía del siglo XXI que trabaja en el presente con sus miras puestas en un progreso de futuro, la Ley de Educación de Andalucía constituye el eje esencial sobre el que ir progresando en equidad, en la extensión del derecho universal a la educación en igualdad de oportunidades, en la mejora de rendimientos escolares y de las relaciones de convivencia y en la ampliación progresiva de la excelencia en todos los ámbitos del amplio espectro educativo.» En él podemos ver cuatro palabras significativas: progresando, extensión, mejora y ampliación. Todas nos hablan de cambio positivo, de evolución, de desarrollo. La cuestión que nos planteamos desde ASA Málaga es cómo podemos aplicar esas palabras a la realidad de nuestro colectivo. ¿Cómo lo haremos para que, trabajando juntos, esa excelencia alcance todas las necesidades educativas incluida la alta capacidad intelectual? ¿Qué pasos efectivos tenemos que dar para que la educación se desarrolle «en igualdad de oportunidades» real? ¿Cómo concretaremos, en el presente, esas positivas palabras proyectadas hacia el futuro? Porque si «la vida sigue igual» (o peor) que hace diez años, ¿qué razones habría para pensar que en ese futuro se iban a dar esos cambios con los que se llenan la boca aquellos que deben velar por el buen funcionamiento de algo tan fundamental como es la educación si no nos ponemos manos a la obra de forma inmediata y decidida? ¿Hasta cuándo habrá que esperar? Los datos son elocuentes. Andalucía está en el furgón de cola precisamente porque no se atiende ni fomenta la Educación con los medios adecuados. El informe PISA 2006 es demoledor, y nos arroja además un dato muy significativo. La comunidad que mejores resultados obtiene es La Rioja, precisamente donde está la sede de la Fundación Promete, asociación que ha firmado un acuerdo de colaboración con la Consejería de Educación. Estos resultados deberían animar a nuestra Consejería a dar pasos similares. Aprender de los que hacen las cosas bien debe ser un estímulo y no algo que debamos rechazar. Si en un lugar cercano funciona, ¿por qué no habría de hacerlo aquí? Desde esta tribuna pública ASA Málaga abre una puerta al diálogo con todos los agentes responsables de velar por los derechos legalmente constituidos de los niños con altas capacidades intelectuales y animamos a otros agentes públicos a que se unan a esta idea, porque del mismo modo que el fomento de las altas capacidades sensomotoras supone un beneficio social evidente que nos llena de orgullo, estimular el talento proporcionará una sociedad más competitiva y preparada para los retos futuros. José Luis Sánchez Piñero Presidente de ASA Málaga (Asociación de Superdotados de Andalucía)
2 comentarios en “Carta enviada a los medios malagueños: «La vida sigue igual»”
¡Ánimo!, contáis con todo nuestro apoyo. No podemos estar más de acuerdo… Hay que seguir, los 'chicos' lo necesitan. Y son muchos los que, por lo menos, os han podido tener cerca. ¡Ánimo!
Muchísimas gracias por las palabras de ánimo. Es un orgullo y un estímulo constante para esta modesta asociación recibir el apoyo de un centro como el vuestro.
Claro que seguiremos en la brecha, esto no ha hecho más que empezar. Los 'chicos' son nuestro motor y el futuro de nuestra sociedad.
José Luis