Cuando unos padres quieren conocer si su hijo o hija tiene altas capacidades intelectuales suelen acudir a la consulta de un especialista. Unos lo hacen tras un largo periplo de búsquedas y otros, bien orientados desde el inicio, al poco tiempo de surgir sus primeras dudas.
A lo largo de mi experiencia profesional, he podido comprobar que la tipología de las familias que acuden a nosotras es amplia y variada. Pero frente a esa variedad nos encontramos con un elemento común a todas ellas.
Ahora que el concepto globalización está tan de moda, debo deciros que no hay nada más global, humano y natural que el miedo. Usado generalmente de manera peyorativa, es lo que comparten y une a la mayoría de las personas en nuestra primera toma de contacto. El miedo a saber, a conocer, a que las sospechas se hagan realidad. Miedo a no tener las herramientas necesarias para enfrentarse a «lo que se les viene encima». Miedo a sentirse desbordados. Y sobre todo, miedo a que su hijo o hija no logre ser feliz por ser diferente y distinto.
Miedo, miedo, siempre miedo.
Yo quiero lanzaros un mensaje tranquilizador a todos/as los que lo experimentáis en este momento con vuestros/as hijos/as. El miedo es natural y adaptativo. Nos advierte de los peligros y nos pone en alerta ante la amenaza que nos rodea. Desde tempranas edades lo sentimos y nos ayuda a sobrevivir en este mundo que, en demasiadas ocasiones, se nos antoja difícil, hostil.
Pero el miedo, algo tan humano y natural, como decía; en su manifestación extrema, insana, paraliza y nos deja sin recursos para asumir una situación nueva y estresante. Puede impedirte luchar por tus objetivos y adaptarte de manera fluida a los cambios que se producen en el ambiente. Te puede convertir en tu peor enemigo y en el de tu hijo/a.
Por eso es importante que aprendamos a detectar nuestros miedos e inseguridades y aprendamos también a no huir de aquello que es temido. Saber usar ese «miedo-bueno» y utilizarlo como a un aliado que nos avisa de aquello que debemos evitar o de aquello otro que, por el contrario, debemos abordar directamente.
Si queremos que nuestros/as hijos/as sean felices, nada mejor que servirles de ejemplo y afrontar lo que nos asusta. No permitamos que nuestros temores nos impidan conocer el por qué de las cosas. Rechacemos la incertidumbre como pauta que marca nuestra vida. Que el miedo no aplaste la curiosidad natural en el ser humano.
Un cordial saludo.
Gloria Pavón Basurte. Psicóloga del Centro Psicopedagógico A.S.
1 comentario en “La globalización del miedo”
Pues me parece muy acertado. Me he encontrado con muchas personas que vislumbran la alta capacidad de su hijo/a, pero no quieren hacerles pruebas. Yo pienso que si alguien tiene esta condicion, es bueno saberlo, porque ello te permite comprender ciertos comportamientos, actitudes, … y de camino prepararnos para lo que se nos puede presentar en el futuro. La información bien utilizada siempre es útil.