Las Musas, de tradición griega y romana, eran invocadas en el mundo clásico para traer a la mente del poeta los sucesos que debía relatar. También, le atribuían el don del canto y la elegancia a lo que recitaba.
De esta forma, por imitación, llegan hasta nuestros días expresiones como «espero que no me abandonen las musas», para referirse a la importancia de la creatividad ante un determinado trabajo a acometer. O esta otra frase: «cuando baje la inspiración, que me pille trabajando» atribuida al pintor malagueño Pablo Ruiz Picasso.
Sabemos que la creatividad, fantasía e imaginación, acompañan al niño o niña con alta capacidad intelectual. No se trata de una mera cualidad que se encuentra ahí, vacía, si no que ayuda y da sentido a la inteligencia desplegada por estos niños. Por tanto, teniendo un gran peso, como tiene, en el desarrollo integral y armónico del niño sobredotado, es necesario seguir la célebre frase de Picasso y trabajarla al mismo ritmo que la cognición, las emociones y las habilidades sociales.
La fantasía de estos pequeños debe estar bien canalizada y apoyada, al igual que su potencial intelectual. Sin ese refuerzo, nos encontraremos con niños muy creativos pero que no tienen una base sobre la que volcar todo ese torrente imaginativo. El esfuerzo y el trabajo cobran aquí un sentido máximo, siendo imprescindibles ambas cosas para que estos niños evolucionen positivamente. Así, por ejemplo, si nunca nos enfrentamos a la experiencia, difícil y complicada, del horror vacui, (término que literalmente significa «miedo al vacío») cuando contemplamos una página en blanco que debemos llenar de contenido, jamás aprenderemos a escribir nuestras propias ideas.
Os preguntaréis, ¿cómo apoyo a mi hijo/a para que expanda su creatividad? ¿Lo apunto a clases de pintura, música o cualquier otra actividad de refuerzo del talento creativo? Os diré que, bajo mi experiencia, esas son excelentes maneras de canalizar, pero no las únicas. En casa, en nuestro quehacer diario, también debemos proporcionar un entorno de fantasía donde nuestro hijo/a puedan divertirse, aprender y utilizar su creatividad. Por ejemplo, hagámosle preguntas de tipo abierto para que nos aporte distintas soluciones ante un mismo problema. Reforcemos los argumentos lógicos pero también aquellos llenos de imaginación. Animémosle a leer relatos de fantasía y por qué no, a escribir los suyos propios.
Pero os preguntaréis ¿la sociedad en su conjunto entiende la creatividad fuera del contexto de un recital de poesía, de una exposición de esculturas o de un concurso de cantantes? La respuesta es que por norma general, no, salvo maravillosas excepciones. Pero no olvidemos que la sociedad la formamos todos y que está en nuestra mano cambiar los prejuicios que acompañan a la creatividad y sus contextos de aplicación.
Empecemos, hoy mismo, con «nuestro momento creativo», ya sea en el desayuno, viendo la televisión o preparándonos para dormir. Seamos su mejor ejemplo de creatividad, buscando dónde moran las Musas e invocándolas para que no nos abandonen.
Un cordial saludo.
Gloria Pavón Basurte. Psicóloga del Centro Psicopedagógico AS.