El autor nos lleva a un fascinante recorrido por los sentidos etimológicos de determinados términos asociados a la educación. En ellos podemos comprobar cómo los clásicos incluían en sus conceptos tanto el aspecto intrínseco como el aspecto extrínseco de todos los procesos puestos en juego. Actualmente, cuando alguien nos habla de «motivación» tenemos que distinguir entre la «motivación intrínseca» (que proviene de una fuente interna o interior) y la «motivación extrínseca» (que proviene de una fuente externa o exterior) para entender a qué se refiere. Lo mismo ocurre con la noción de «creatividad», normalmente definida desde el ámbito extrínseco (lo que es la creatividad para otros), el concepto de «genio» (creador de una obra muy valorada socialmente) o el de «instrucción».
Veamos algunos ejemplos de cómo el tiempo ha ido extrayendo los sentidos intrínsecos. Para reflexionar con calma.
Los valores del ámbito de la voluntad en educación están orientados al logro, a resultados. Pero cabe preguntarse, qué aportan esos resultados o logros al educando. No cabe otra respuesta que mejora, perfeccionamiento, acabamiento del ser educable, realización de sus potencialidades como ser humano. Es decir, estas cualidades o valores no se entenderían si detrás no existiera el significado de la educación, porque en el proceso de mejora o acabamiento consiste la educación. Así, pues, cabe preguntarse por la educación.
Siendo estudiante de Pedagogía aprendí de un gran maestro, que educación es el «perfeccionamiento intencional de las potencias específicamente humanas» (Cfr. García Hoz, 19684, 23). Perfeccionamiento que deben llevar a cabo dos instituciones educadoras, la familia y la escuela. Este «perfeccionamiento», o «acción [intrínseca] de mejora», como otros prefieren llamarla, deriva del verbo latino «perficio» (per-facio), que comporta el significado de llevar a término una acción, lograr como resultado, acabar de hacer, en nuestro caso, las facultades o capacidades específicamente humanas. Es decir, que la educación parte de un ser humano imperfecto, inacabado, el educando, y pretende ir acabándolo, haciéndolo más perfecto, educado. La educación en uno de sus significados (e-ducare) expresa la idea de extraer, sacar afuera lo mejor que uno tiene de sí.
Si se vuelve la vista al significado de algunos términos vinculados esencialmente a la educación, se comprobará que se enmarcan dentro de la actividad de perfeccionamiento, que está relacionada íntimamente con valores del ámbito emocional, de la esfera de la voluntad [el ámbito de lo intrínseco]. Valgan a título de ilustración necesaria los del mismo concepto de educación, el de aprendizaje, de estudio, de enseñanza, de autoridad, …
Como acciones o cualidades del profesor son de destacar enseñanza y autoridad. La primera, del latín in-signare, significa imprimir, fijar una señal, una marca, un sello. Esto es la enseñanza, fijar como un sello indeleble los aprendizajes, imprimir en la mente. Por otra parte, es curioso cómo uno de los términos más denostados socialmente, el de autoridad, es consustancial al significado de educación. Aunque algunos han querido dar a autoridad una significación negativa y detestable, muy próxima a autoritarismo, sin embargo proviene del latín -auctoritas-, que es una cualidad personal o potencia, que deriva del verbo augeo, cuyo infinitivo -«augere»- significa «aumentar», «crecer». El participio –auctum-, significa aumentado. Por consiguiente, la «auc-toritas» es la cualidad o capacidad que adorna a una persona para hacer crecer a otra, de aumentar o hacer aumentar a otros. Es decir, tiene un sentido transitivo, positivo, de orientación hacia los demás. De ningún modo significa imposición como con demasiada frecuencia se proclama.
Este significado tendrá suma importancia, por cuanto muchos de los tópicos alrededor de la ruptura de barreras en la relación docente, que han conducido a la pérdida de autoridad, de respeto y de disciplina en las aulas, han pasado por una confusión sobre el significado del término autoridad. Esta es, más bien que imposición, una cualidad transitiva de la persona por la cual ésta ayuda a otras a ser más, a crecer, a aumentar en el saber, en su personalidad, en su libertad, … Es evidente en autoridad el sustrato de contribución al perfeccionamiento de otros seres humanos, que está lejos del autoritarismo y por supuesto del poder o «potestas».
Por parte del alumno son de destacar estudio y aprendizaje. De ningún modo educación y demás términos afines significan complacencia. Porque ¿qué significa aprendizaje, cuál es el significado de aprender? Es conveniente recordar que aprendizaje viene de apprehendere (ad-prehendere), infinitivo latino que significa prender, asir, agarrar, apoderarse de, conquistar con intensidad. No implica, pues, una acción complaciente y pasiva sino eminentemente activa y esforzada. Estudio, por su parte, viene de studeo, que significa afanarse, esforzarse por hacer. En este caso es adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia. En cualquier caso, actividad, esfuerzo. Ni que decir tiene que estudiante sería el que se esfuerza.
Un término asociado, el de discípulo, tiene idéntica raíz que disciplina. Ambos vocablos proceden del verbo disco, que significa aprender. Por tanto, «discipulus» es el que aprende, persona que aprende una doctrina, ciencia o arte bajo la dirección de un maestro; el que sigue la secuencia de la disciplina. Por tanto, ésta significa la regla que ha de seguir el alumno para aprender, lo que se aprende conforme a ciertas reglas o modo de enseñar.
Disciplina en la actualidad se entiende como instrucciones e incluso poder coactivo en orden a un comportamiento considerado deseable. Es decir, se ha tenido que acudir a un medio externo [extrínseco] de disciplina para poder adquirir la disciplina académica e incluso interna de la persona, que es objeto de aprendizaje. Se habla de disciplina como una cualidad personal que se caracteriza por seguir un orden prefijado, conforme a reglas, para alcanzar una meta, en este caso académica, e incluso roza con exigencia. ¿Qué campo del aprendizaje no requiere el seguimiento de unas reglas para conseguir aprender? Esto vale tanto para la enseñanza como en la caza, en el taller, en el ejército, en informática, [el deporte, las artes marciales]…
Existe una cualidad del alumno, que es consecuente con la autoridad, la obediencia. Hablar en estos tiempos de obediencia resulta un tanto atrevido, anacrónico, de mal gusto, fuera de contexto. Pero si nos fijamos en su significación, obedecer probablemente venga de ob-audire (del verbo audio), que significa dar oídos a alguien, escucharle, seguir sus consejos. Porque si la autoridad es una cualidad de una persona reconocida, es lógico que -en este caso, aplicado al maestro- se sigan sus consejos y se preste atención a lo que dice. Es decir, la obediencia es una condición para que pueda darse educación.
En resumen, educación, estudio, aprendizaje, enseñanza, autoridad, y muchas otras, exigen y conllevan esfuerzo, autoexigencia, perseverancia [intrínsecos]. Todos estos significados están íntimamente relacionados y se enmarcan dentro del ámbito emocional, que es un ámbito individual en el que no existe estudio y aprendizaje sin esfuerzo, sin actividad. Esto lo refleja bien claramente la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, en la que en el Artículo 1 se puede leer: «El sistema educativo español (…) se inspira en los siguientes principios: g) El esfuerzo individual y la motivación del alumnado». Y en el Artículo 2 se puede leer que «El sistema educativo español se orientará a la consecución de los siguientes fines: d) La educación en la responsabilidad individual y en el mérito y esfuerzo personal».
Fuente: Metodología de desarrollo de los valores de la esfera de la voluntad en el medio escolar, Eduardo López, Universidad Complutense de Madrid